Por Carlos A. Lanza
Han pasado 60 años de
la histórica huelga de 1954; por su magnitud y trascendencia, Agapito Robleda
Castro, dirigente de la huelga bananera, señala que este movimiento “es uno de
los acontecimientos que, como la resistencia indígena a la conquista, la
independencia nacional de la corona española (1821), la revolución morazanista
(1827-1839) y la reforma liberal de 1876, sobresalen en la historia hondureña”.[1] A
pesar del peso específico de este acontecimiento, las clases dominantes han pretendido
y hasta cierto punto han logrado borrar de la historia oficial o mantener de
bajo perfil esta epopeya revolucionaria de la clase obrera hondureña.
Desde la
óptica del movimiento popular y de izquierda, la huelga de 1954 ha sido vista
como un acontecimiento romántico o como un vago recuerdo de un hecho memorable
de la clase obrera; a pesar de ello, en la última década han aparecido tres
textos importantes que ubican la dimensión extraordinaria de esta gesta obrera,
me refiero a los textos “El Silencio quedó atrás” de Marvin Barahona, “La gran
Huelga bananera: los 69 días que estremecieron Honduras” de Mario Argueta y “La
verdad de la huelga de 1954 y de la formación del SITRATERCO” de Agapito
Robleda Castro, investigaciones que deben ser objeto de estudio por parte de
los trabajadores y estudiantes
comprometidos con la lucha revolucionaria; esos tres textos deben acompañarse
con el estudio de “El camino de mayo es la victoria” de Ramón Amaya Amador, a
mi juicio el balance político más completo que se ha escrito de esta huelga.Dibujo de Darwin Rodríguez, de la serie Huelga Bananera. |
En el PST creemos que
esta huelga debe ser estudiada con seriedad porque sus lecciones siguen
vigentes y el hecho de que sectores burocratizados de la clase obrera y de la
izquierda se haya apartado del “camino de mayo”, explica en gran medida la
pérdida sistemática de nuestras conquistas y el grado patético de
desmovilización en que hoy nos encontramos.
Mientras la huelga de
1954 nos enseñó que la huelga, la movilización, la unidad y la organización son
los pilares fundamentales para derrotar a la patronal; la dirigencia del
FNRP-LIBRE y la dirigencia de las centrales obreras con sus federaciones, le
huyen a la huelga, promueven la desmovilización, practican el sectarismo y la
antidemocracia en la toma de decisiones y desarticulan la organización y unidad
de las bases que desean luchar; lejos quedó aquella famosa enseñanza que Amaya
Amador extrajo de la huelga de 1954: “los trabajadores, para poder hacer oír
nuestra palabra y demandas, solamente contamos con una arma, pero que es más
formidable que todas las armas termonucleares: ¡la organización!,!La
organización y la unidad!”[2].
En el mismo sentido,
Amaya Amador nos dice que la huelga bananera demostró que “la clase obrera puede
triunfar al margen de la dependencia política de la burguesía: que puede actuar
y vencer sin necesidad de ser obligatoriamente un apéndice de los partidos
tradicionales…”; Amaya Amador, sostiene además, que esta enseñanza es lo más
aleccionador de la huelga de 1954; 60 años después la clase trabajadora sigue
siendo furgón de cola de los partidos tradicionales y cuando tuvo la
oportunidad de construir un poderoso partido obrero y popular a raíz de los
acontecimientos del golpe de Estado del 28 de junio de 2009, la dirigencia del
movimiento obrero, campesino, popular y de izquierda, aglutinada en el FNRP,
condujo a los trabajadores hacia la constitución del partido LIBRE, un partido
burgués con ideología socialdemócrata parecido al Partido Democrático
Revolucionario Hondureño (PDRH) fundado en 1948, pero no sólo eso, la
dirigencia del FNRP entregó la conducción total del nuevo partido a un caudillo
burgués que venía del Partido Liberal, un partido oligárquico, me refiero a
Manuel Zelaya Rosales. Hemos perdido la independencia de clase, principio
fundamental en la lucha `por la liberación definitiva de la explotación
burguesa y la opresión imperialista; hoy vivimos atrapados en una desastrosa
política de colaboración de clase, pero que sea Amaya Amador, quien nos eduque
en las consecuencias nefastas de la política de conciliación de clase que ha
seguido la dirigencia del FNRP-LIBRE: “No hay que dejarse
embaucar por los propagandistas oriteros, "educadores" salidos de las
escuelas del imperialismo, "especialistas" del anticomunismo, cuando
aconsejan y proclaman la eliminación de la lucha de clases y la
"colaboración" entre capitalistas y trabajadores. Son paparruchadas.
La "paz entre las clases", la "colaboración de clases" y
toda una serie de "teorías" inventadas por los ideólogos del
imperialismo no son en la realidad más que amigazas para llevar adelante la
explotación obrera sin ningún impedimento, sin ninguna protesta.”[3] Esta enseñanza está en
total contradicción con la política de conciliación expresada por LIBRE en la
pasada campaña electoral, política trazada para conseguir simpatías aún en
sectores golpistas. La fórmula de designados presidenciales de LIBRE fue la
expresión concreta de esta política de conciliación de clases: Juliette Handal,
una empresaria y Juan Barahona, un dirigente sindical.
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El orden y la disciplina obrera fueron fundamentales para el triunfo de 1954. |
A 60 años hemos
perdido la memoria de los métodos obreros de lucha, el más formidable de ellos
es la huelga, aquí, en las últimas dos décadas el único sector que se
caracterizó por hacer huelgas en el verdadero sentido de la palabra, es decir,
realizando paro total de labores, fue el magisterio; ahora, el gremio de los
docentes, es un sector que como el conjunto de la clase trabajadora, está
desmovilizado por la falta de oposición al régimen. La dirigencia obrera y
popular le huye a la huelga como quien huye de una peste; veamos la lección que
en 1954 saca Amaya Amador del método de la huelga: “La burguesía y el imperialismo temen como un creyente al diablo, a las
huelgas. Y no se crea que es por las consecuencias económicas que puedan provocar
a los empresarios. Eso es nada para los capitalistas, ya que pueden resarcirse
después glotonamente, pues tienen en sus manos todos los medios de explotación.
Lo que el capitalista teme es lo que la huelga enseña y lo que el
obrero aprende en ella. Y es que la huelga es un fenómeno social capaz
de ensenar a un trabajador más revolución que un tratado de filosofía
revolucionaria…”[4].
Todo parece indicar que ese temor diabólico que tiene al burguesía a la huelga
también es compartido por la burocracia del FNRP-LIBRE pues cada vez que desde
el PST hemos planteado la necesidad de la huelga nos acusan de “provocadores” y
“aventureros”, la mismas palabras que utiliza la patronal para desacreditar a
todo compañero o compañera que en Honduras levanta las banderas de la huelga
general.
Estas y otras enseñanzas
como la necesidad del partido revolucionario que conduzca a la clase
trabajadora a la toma del poder bajo las banderas del socialismo, han sido
olvidadas por la actual dirigencia del movimiento popular, necesitamos avanzar
hacia el camino de mayo, el camino por recuperar la huelga general como método
de lucha. El paro cívico nacional que hemos propuesto, es una tarea en esa
perspectiva; que las enseñanzas de huelga del 54 sean el camino para reorganizar
la lucha de resistencia en Honduras.
[1] Robleda Castro Agapito. “La verdad de la huelga de 1954 y de la
formación del SITRATERCO”, Impresora Litográfica “San Felipe de Jesús”; San
Pedro Sula, Honduras, 2008, Pág. 148.
[2] Amaya amador Ramón “El camino de mayo es la victoria”, “mensaje de
Amaya Amador a los huelguistas hondureños”. Editorial “Ramón Amaya Amador”;
Tegucigalpa, Honduras, 1988, Pág. 35
[3] Ramón Amaya Amador, Ibídem, Pág. 23.
[4] Ramón Amaya amador, Ibídem, Pág. 23.