Por Allan Núñez

Acostumbrados
como estamos a los diversos mecanismos de censura que el gobierno aplica con el
objetivo de acallar a las voces disidentes, llama poderosamente la atención que
sean ahora los dirigentes de LIBRE quienes cumplan con esta gestión. Lo que
demuestra que la censura no duerme nunca y de vez en cuando reaparece dando sus
zarpazos, a veces de donde menos se espera.
Sin
embargo, para nosotros el rayo no viajó en cielo sereno. Desde hace mucho
tiempo hemos denunciado el carácter conciliador de la cúpula de LIBRE con el
gobierno cachureco, advirtiendo que ha sido esencialmente la ausencia de una oposición
la que ha fortalecido al régimen y ha llevado al conjunto del movimiento
popular a la ruina. Es precisamente esta conducta, la de tranzar permanente con
la burguesía y los intereses extranjeros, la que llevó a los dirigentes de
LIBRE a cometer tal acto de censura mural.
Es
decir, tras el borrado de las pintas, yace un profundo proceso de
institucionalización y acomodamiento que el partido LIBRE viene padeciendo en
su relación con el régimen; penoso proceso que hoy puede comprobarse en la
actitud sumisa de sus diputados en el Congreso Nacional.
Desde
el golpe de Estado de 2009 a la fecha, las principales armas que los gobiernos
han utilizado para derribar toda idea contraria al régimen fue un mecanismo de
censura en la cultura que se reflejó en persecuciones y muerte a compañeros,
medios de comunicación cerrados y una que otra garganta amenazada. Todos estos
actos siguen en la absoluta impunidad. Esperamos que la propuesta que nuestro
partido está realizando al movimiento popular, la de realizar un gran Paro
Cívico Nacional, sea la oportunidad para salir nuevamente a las calles y dejar
tras de sí una ciudad manchada e iniciar así la derrota de los enemigos del
libre pensamiento, llámese de derecha o de “izquierda”.