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La acciones de lucha durante el golpe de Estado fueron constante |
Siete años después
Honduras sigue atrapada en el fantasma del 2009. El golpe de Estado dividió la
sociedad en dos, golpistas o resistencias, los primeros llegando al poder de la
mano de los militares, los segundos poniendo el cuerpo en las calles para
exigir la refundación del país. Los últimos dos procesos electorales se
avizoraban para la burguesía como una suerte de transición para reconciliar al
país porque a ellas concurrían como actores principales los mismos actores del
golpe. No fue así. Pese a que la lucha de resistencia fue pasada por las urnas
y finalmente derrotada, aún hay resquicios por donde la herida supura.
El golpe de Estado no fue
dirigido contra Mel Zelaya sino contra la clase trabajadora hondureña nucleada
en la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP), instancia de lucha
que en más de alguna ocasión conmovió la continuidad capitalista del país. El
triunfo del golpismo fue posible gracias a las bayonetas, pero también a la
traidora política de la cúpula del partido Libertad y Refundación (LIBRE) de
ilusionar a las masas a participar en las elecciones como mecanismo seguro para
destronar al golpismo.
El resultado fue más
neoliberalismo y un movimiento popular hundido en el desánimo. Triunfo el
golpismo y con ello las políticas neoliberales que privatizan la educación y la
sanidad hondureña, concesiona nuestros ríos, subsuelos y ejes carreteros, a
costa del sufrimiento de la mayoría social.
Miramos siete años atrás
no para convertirnos en estatuas de sal, sino para alertar y no cometer los
mismos errores. Si algo hemos comprobado de toda la experiencia es que la única
vía de acceso al poder es la leninista, la de la clase trabajadora
movilizándose permanentemente contra la burguesía y sus aliados nacionales y
externo, y no ejerciendo el sufragio cada cuatro años como propone Mel Zelaya y
sus hombres.
No es hora de participar
en elecciones, es hora de luchar. Los gobiernos posgolpistas han hecho la
reforma estructural que le exigían los Organismo Financiero Internacionales y
el empresario local. Por ello, no es esperable que la derecha modifique o
acepte correcciones de calado. Sólo mediante la movilización popular puede
elevarse un muro de contención a las políticas neoliberales que arrasan con los
derechos laborales. Debe pues el pueblo hondureño recuperar la tensión en las
calles y hacer retroceder el reloj del golpismo, siete años atrás.
Artículo publicado en el periódico El Trabajador mes de julio 2016 Edición N. 119. página 3